sábado, 22 de marzo de 2008

Los nombres de las estrellas... y otros habitantes del cielo.


Cuando se nos habla del firmamento, o cuando vemos un mapa de las constelaciones, suele llamarnos la atención los nombres que reciben los objetos celestes. Normalmente el fondo mitológico (y a veces hasta exótico) de estos nombres nos recuerda historias fantásticas y héroes de la antigüedad, muchos de los cuales han sido llevados, con mayor o menor acierto, al cine y televisión.

Pero ¿de donde vienen realmente esos nombres? ¿Qué significan? Pues depende... ¿de qué depende? De si son nombres de constelaciones, de estrellas o de planetas...

Las constelaciones que nosotros conocemos son las que nacieron en las primeras civilizaciones mesopotámicas, y que luego los griegos hicieron propias, modificaron y ampliaron. La mayoría hacen referencia a dioses y héroes, pero también encontramos seres fantásticos y objetos diversos, aunque todos ellos relacionados con la mitología.

Todos estos nombres e historias nos llegaron a través de los árabes, aunque con el tiempo se latinizaron los nombres, de manera que hoy llamamos a las constelaciones en latín.

Así, encontramos a intérpretes y secundarios del mito de Perseo: el propio Perseo (Perseus), Andrómeda (Andromeda), Cefeo y Casiopea (Cepheus, Cassiopeia), Pegaso, el caballo alado (Pegasus), el monstruo marino, que suele representarse como una ballena (Cetus), y otros más. Tenemos héroes como Hércules (Hercules) y Orión (Orion) y seres mitológicos: centauros (Centaurus y Sagittarius), la hidra (Hydra), el escorpión (Scorpius), el león de Nemea (Leo) al que hubo de matar Hércules como el primero de sus trabajos, o el cisne (Cygnus) en el que se transformó Zeus para, según dicen, ligarse a Leda (aunque según otros la historia fue un poco más complicada... ya sabéis como les gustaba a los griegos enredar).

Entonces, ¿los árabes solo nos transmitieron los nombres de las constelaciones? Bien, no únicamente; los nombres de las estrellas son en su mayoría árabes. Así, nombres como Alcor, Aldebarán, Albireo, Alnitak, Zuben-el-genubi, Alkaid, Alderamín, etc. son claros ejemplos de nombres procedentes de este idioma.

En muchas, el nombre tiene relación con la constelación a la que pertenecen, veamos un par de ejemplos:

- Altair, en la constelación del Águila (Aquila), viene del árabe Al-Nasr-al-Tair, “El águila en vuelo”

- Betelgeuse, en Orión, de Ibtal-jawza “El hombro del gigante”.

Claro, que otros nombres tienen origen latino (e incluso de otras lenguas). Así, las dos estrellas más brillantes de Gemini, Castor y Pollux, son los nombres de los dos gemelos mitológicos. Antares, por su parte, significa “Anti-Ares”, o sea “Anti-Marte”, debido a su color rojizo, que rivaliza con el del planeta rojo.

Y hablando de planetas... estos se han quedado con el nombre romano, y no con el griego: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter... y en la mayor parte de ocasiones, a sus satélites se les ha dado nombres relacionados con el personaje del planeta. Júpiter disfrutó de muchísimos amantes (más él de ellos y ellas que ellos y ellas de él), entre ellos Europa, Io, Calixto y Ganímedes, los cuatro grandes satélites de Júpiter. Eso, sin olvidarnos de Phobos (Miedo) y Deimos (Terror), los dos caballos que tiraban del carro de Marte, dios de la guerra.

Evidentemente, todos estos nombres son los que pertenecen a nuestra cultura y las que nos precedieron, pero no olvidemos que otros pueblos tienen otras constelaciones, y que dan nombres diferentes a las estrellas y los planetas. Podemos pensar en el simple ejemplo de Marte... Al-Qahira, Ares, Auqakuh, Bahram, Harmakhis, Hrad, Huo Hsing, Kasei, Ma’adim, Maja, Mamers, Mangala, Nirgal, Shalbatanu, Simud, Tiu... nombres para el mismo astro, contemplado desde puntos muy diversos de la Tierra.

AUTOR: Jordi González